sábado, 16 de febrero de 2013

Y tu Padre que ve en lo oculto, te premiará


Parece inferirse de esta doctrina que ninguna culpa debe haber en querer agradar a los fieles y sin embargo se nos prohíbe fijar el fin de nuestras buenas obras en la alabanza de los hombres, sean quienes fueren. Si es para que vuestras obras, agradando a los hombres, los estimule a imitarlas, debéis practicarlas no sólo en presencia de los creyentes sino también de quienes no creen. Si con otros entiendes por izquierda al enemigo, y piensas que eso significa que no debe saber tu enemigo cuándo haces limosna, ten presente que el mismo Señor sanó caritativamente a los hombres en presencia de los judíos. Además, ¿cómo puede eso concordar con el precepto que nos manda dar limosna aun a nuestro enemigo ( Prov 25,21): "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer"? La tercera opinión es hasta ridícula, porque es la de aquellos que dicen que con el nombre de izquierda debe entenderse la mujer de cada uno, y como en los asuntos familiares las mujeres suelen estar más dedicadas a la administración del dinero, debe el marido ocultarlo cuando hace alguna limosna a algún pobre, para evitar las discusiones domésticas. Este precepto no se ha dado sólo para los hombres sino también para las mujeres. Cuando se manda ocultar la limosna ante la mujer propia, que según esto, significa la mano izquierda, ¿podremos decir también que cuando se manda esto mismo a la mujer, es porque el marido es también la mano izquierda de ella? Lo cual, si alguno lo estima como verídico, no considera que está mandado a los casados el ganarse mutuamente por medio de sus buenas costumbres, y que por ello no deben ocultarse sus buenas obras, como tampoco deben hacerse robos con el fin de agradar a Dios.
Sin embargo, si en alguna ocasión debe ocultarse alguna cosa, porque el otro no podría ver aquella buena obra con buenos ojos por efecto de su debilidad, no podemos decir que esto se hace de una manera ilícita. No parece, pues, que deba entenderse fácilmente a la mujer como la mano izquierda, porque en todo el capítulo no lo da a entender, ni tampoco se presenta ocasión en la cual deba llamarse izquierda. Lo que se ha culpado en los hipócritas, porque buscan las alabanzas de los hombres, esto es lo que se te prohíbe hacer. Por lo tanto, debe entenderse como izquierda la complacencia por la alabanza, y por derecha la intención de cumplir los preceptos divinos. Cuando el deseo de la alabanza humana se mezcla en la conciencia del que obra con el de dar la limosna, la conciencia de la derecha se hace izquierda. Ignore, pues, la izquierda, esto es, no se mezcle en tu conciencia el deseo de la humana alabanza. Nuestro Señor prohíbe con mucha más razón que sólo la mano izquierda haga las buenas obras, que el que se mezcle en las acciones de la mano derecha. El fin que se propone cuando dijo esto, lo manifiesta cuando añade: "Para que tu limosna sea en oculto", esto es, en la buena conciencia, la que no puede mostrarse ante los ojos humanos, ni tampoco manifestarse por medio de las palabras, porque entonces habría muchos que mentirían en muchas cosas. Tu propia conciencia te basta para obtener el premio, si esperas el premio de Aquel, que únicamente puede inspeccionar tu conciencia. Y esto es lo que añade: "Y tu Padre que ve en lo oculto, te premiará". Muchos ejemplares latinos dicen: "Te premiará públicamente".

San Agustín de Hipona , De sermone Domini, 2,2

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