lunes, 12 de enero de 2015

Esta fe que profesan los romanos es la misma que se anuncia y crece en todo el mundo

Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Pablo dice haber recibido de Cristo este don y esta misión, en cuanto mediador entre Dios y los hombres. El don hemos de relacionarlo con la resistencia a las fatigas; la misión, a la autoridad de la predicación, porque el mismo Cristo es llamado apóstol, o sea, enviado del Padre, pues él se dice enviado a evangelizar a los pobres. Así pues, todo' lo que tiene. se lo transmite a sus discípulos. En sus labios –se ha dicho– se derrama la gracia.

Da también la gracia a sus apóstoles, trabajando con la cual puedan decir: He trabajado más que todos ellos: aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Y porque de él se ha dicho: Tenemos en Cristo al apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos, quien confiere a sus discípulos la dignidad del apostolado, para que también ellos sean constituidos apóstoles de Dios.

Pues los paganos, que estaban excluidos de la ciudadanía de Israel y eran ajenos a las alianzas, no podían creer en el evangelio sino por la gracia conferida a los apóstoles. En virtud de esta gracia se dice que los paganos obedecían por la fe a la predicación de los apóstoles, y se nos recuerda que el pregón de la gracia apostólica que anunciaba el nombre de Cristo, alcanzó a toda la tierra, hasta el punto de llegar hasta Roma. A ellos, a los de Roma, les dice el Apóstol: Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. Pablo se dice llamado a ser apóstol; los romanos también son llamados, pero no a ser apóstoles, sino a formar parte de los santos en respuesta a la fe.

Antes de nada doy gracias a mi Dios, por medio de Jesucristo, por todos vosotros, porque en el mundo entero se pondera vuestra fe. Lo mismo que escribiendo a otras comunidades Pablo dice que da gracias a Dios por todos, lo dice ahora escribiendo a los romanos. La primera palabra, es una palabra de acción de gracias. Ahora bien: dar gracias a Dios es lo mismo que ofrecerle un sacrificio de alabanza; por eso añade: por medio de Jesucristo, es decir, por medio del gran Pontífice. Conviene saber que todo el que desea ofrecer a Dios un sacrificio, debe hacerlo por mediación de un pontífice.

Pero veamos por qué el Apóstol da gracias a su Dios: Porque —dice— en el mundo entero se pondera vuestra fe. Puede entenderse de esta manera: esta fe que profesan los romanos es la misma que se predica no sólo en la tierra, sino también en el cielo. Pues Jesús reconcilió en su sangre, no sólo a los que hay en la tierra, sino también a los que hay en el cielo, y al nombre de Jesús se dobla toda rodilla en la tierra, en el cielo y en el abismo. Esto es predicar la fe en todo el mundo: por ella todo el universo se someterá a Dios.

Orígenes
Comentario sobre la carta a los Romanos (1, 7-9: PG 14, 852-855)

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