lunes, 25 de mayo de 2015

Qué significa resucitar con Cristo

Lo que se colige de las palabras del Apóstol a través de un conocimiento más elevado, es esto: que así como ningún vivo puede ser enterrado con un muerto, así ninguno que todavía vive para el pecado puede ser sepultado, en el bautismo, con Cristo que murió al pecado. Por eso, los que se preparan para el bautismo, deben procurar morir antes al pecado, para poder así ser sepultados con Cristo por el bautismo, de modo que también ellos puedan decir: Continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.

Cómo la vida de Jesucristo pueda manifestarse en nuestra carne, nos lo aclara Pablo cuando dice: Vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí. Es lo mismo que el apóstol Juan escribe en su carta, diciendo: Todo espíritu que confiesa a Jesucristo venido en carne es de Dios. Naturalmente que no es quien se limita a pronunciar estas sílabas con sus labios y a hacer pública confesión el que dará muestras de ser conducido por el Espíritu de Dios, sino el que de tal manera ha conformado su vida y ha dado en la práctica tales frutos, que manifiesta con la misma santidad de sus acciones y sentimientos que Cristo ha venido en carne y que él está muerto al pecado y vive para Dios.

Veamos nuevamente qué es lo que dice: Para que, así como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Si hemos sido sepultados con Cristo, tal como arriba dijimos, esto es, en cuanto que hemos muerto al pecado, es lógico que al resucitar Cristo de entre los muertos, resucitemos también nosotros con él; y al subir él a los cielos subamos también nosotros con él; y al sentarse él a la derecha del Padre, sabemos que también nosotros nos sentaremos con él en los cielos, según lo que el Apóstol dice en otro lugar: Nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Resucitó Cristo por la gloria del Padre; y si nosotros estamos muertos al pecado, hemos sido sepultados con Cristo, y todo el que viere nuestras buenas obras da gloria a nuestro Padre que está en el cielo, con razón se dirá de nosotros que hemos resucitado con Cristo, para que andemos en una vida nueva.

Andemos en una vida nueva, mostrándonos al que nos resucitó con Cristo, nuevos cada día y como quien dice más hermosos, reflejando en Cristo, como en un espejo, el esplendor de nuestro rostro, y proyectando en él la gloria del Señor, nos vayamos transformando en su imagen, como Cristo, resucitado de entre los muertos, subió de la humildad de nuestra tierra a la gloria de la majestad paterna.

Comentario sobre la carta a los Romanos (Lib 5, 8: PG 14, 1041-1042)

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