lunes, 19 de octubre de 2015

Los santos profetas se han convertido en ojos para nosotros

Los profetas se han convertido en ojos para nosotros, porque previeron en la fe el misterio del Verbo. Si anunciaron a su posteridad las cosas futuras, a nosotros, sin embargo, no sólo nos anunciaron lo que ya había sucedido —como si hubieran sido profetas únicamente en función de una sola generación—, sino que también a nosotros nos anunciaron cosas que habían todavía de suceder en beneficio de todos. Debía, en efecto, ser llamado profeta quien realmente era profeta.

Todos estos hombres, fortalecidos con el espíritu de profecía y dignamente honrados por la misma palabra de Dios, algunos de ellos unidos como las cuerdas de una cítara tocada por el plectro, nos anunciaban lo que Dios quería. Pues no profetizaron nada por propio impulso, con el propósito de engañarte. Ni predicaban lo que querían, sino que, primeramente y mediante la palabra, llegaban a una recta inteligencia, y después, a través de visiones, se les enseñaba a ser mejores. De esta forma, cuando recibían el mandato, expresaban correctamente la revelación que sólo a ellos les hacía Dios. De otra suerte, ¿cómo hubieran podido profetizar como profetas?

Lo que del futuro preveían bajo el impulso del Espíritu nos lo anunciaban a nosotros; y ciertamente no se limitaban a decir cosas relativas al pasado, cosas que todo el mundo podía ver, sino que realmente nos anunciaron el futuro. Por esta razón fueron considerados como profetas. También por esta razón, ya desde el principio, los profetas fueron llamados «previdentes». Instruidos por los que de entre ellos han hablado correctamente, también nosotros predicamos. Y no es que, basados en nuestra propia sabiduría, nos lancemos a difundir cosas nuevas, sino que las palabras que desde el principio fueron pronunciadas y escritas, nosotros las recibimos en la plenitud de los tiempos y las ilustramos en beneficio de aquellos a quienes les fue dado creer rectamente, a fin de que a ambos sirvan de común utilidad: a aquellos que son atentos les manifestamos correctamente las cosas futuras, y a aquellos que presten oído a nuestras palabras les manifestaremos la fuerza de los dichos proféticos.

San Hipólito de Roma
Tratado sobre el fin de los tiempos (2, 55)

No hay comentarios:

Publicar un comentario