jueves, 5 de noviembre de 2015

Cristo, en cuanto Hijo y Señor, se ha convertido en administrador del nuevo Testamento

Se nos ha aparecido el Señor Dios, como leemos en las Escrituras, y por obra suya fue capturado y uncido a la gracia por la fe el rebaño de los que andaban errantes. El era el esperado de las naciones, y por medio de él Dios Padre recondujo a la luz de la verdad a los que se revolcaban en las tinieblas y en la oscuridad de la mente y de la inteligencia. Nos aclaró esto en pocas palabras, cuando dijo Yo, el Señor, te he llamado con justicia, te he cogido de la mano, te he formado, y te he hecho alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los ciegos saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan las tinieblas. Así pues, nuestro Señor Jesucristo ha sido puesto por Dios Padre como alianza de su pueblo, me refiero a los israelitas según la carne: a los cuales Dios incluso les renovó la promesa por medio de uno de sus profetas, cuando dijo: Mirad que llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva, no como la que hice con vuestros padres.

En efecto, Moisés era el ministro divino de la sombra y del tipo, haciendo las veces de intercesor dentro del marco de sus competencias; Cristo, en cambio, en cuanto Hijo y Señor, se ha convertido en administrador del nuevo Testamento. Y digo nuevo porque nos reconduce a la novedad de una vida santa, porque transforma al hombre, y porque, mediante una vida evangélica, hace del hombre un adorador probado y verdadero. Dios —dice—es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad. Ha sido puesto, pues, como alianza de un pueblo, como luz de las naciones, para que abra los ojos de los ciegos y saque a los cautivos de la prisión. Porque Satanás, príncipe y cabeza de los malvados, había envuelto en tinieblas el corazón de los paganos. Su razonar acabó en vaciedades, y alardeando de sabios, resultaron unos necios que cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, de pájaros, cuadrúpedos y reptiles

Pero nos ha nacido la luz verdadera, esto es, Cristo, como lucero inteligible, como sol de justicia, que, irradiando el esplendor del verdadero conocimiento de Dios, disipó las tinieblas del diabólico error, que envolvían a los habitantes de la tierra, liberando de la cárcel a quienes estaban prisioneros de las inevitables cadenas de sus delitos.

San Cirilo de Alejandría
Comentario sobre el libro del profeta Isaías (Lib 4, Sermón 1: PG 70, 858-859)

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